La guerra de Roger
Hace unas semanas, mi hermano Roger decidió que ya era hora de que dejáramos de ser buenos chicos. Nos habíamos pasado la infancia y la adolescencia llegando a nuestra hora, haciendo los deberes de la escuela y comiéndonos todo lo que nos ponían en el plato. Supongo que mi hermano pensó que hay una edad para ser obediente, y que esa edad había concluido.
El cambio le vino un día cualquiera, así sin más, mientras veía la tele. Fue más o menos así:
Mis abuelos suelen venir a cenar a casa una noche a la semana. Después de la cena, todos nos sentamos frente al televisor, en familia. Rodeados de padres y abuelos, podéis imaginaros el tipo de programas que vemos. Normalmente, mi madre pone documentales culturales, en los que una voz ronca y somnolienta describe los monumentos de Albacete, o los meandros del Pisuerga, o cualquier cosa por el estilo. Algunos días afortunados, lo cambiamos por una película Disney sobre perros y niños, o por una de Cantinflas, si mi abuelo se encuentra especialmente liberal.
Lo más extraño es que, a los cinco minutos de encender el televisor, mi padre se va a su cuarto a tocar la guitarra, y mi madre y mis abuelos empiezan a roncar, por lo que mis hermanos y yo -incapaces de dormir apretujados en un sofá- somos los únicos que se tragan la soporífera sesión televisiva.
¿Que cómo podemos aguantarlo? Me gusta pensar que todo puede llegar a ser soportable si te lo propones de verdad. Solo hay que inventar una vía de escape mental, un exótico lugar interior donde el pensamiento pueda refugiarse. Realmente creí que Roger y yo habíamos encontrado ese lugar. Pensaba que ambos habíamos conseguido crear nuestros respectivos nirvanas, y que nos habíamos vuelto invulnerables para siempre a las noches familiares. Me equivocaba: un día cayó una gota -aún no sabemos desde dónde- y colmó el vaso de Roger.
La verdad es que fue todo bastante extraño. Casualmente ese día mi primo había venido también de visita, y estaba viendo la televisión con nosotros. Mi madre y mis abuelos aún no se habían dormido. De pronto Roger cogió el mando a distancia y -sin consultar con nadie ni demostrar el menor atisbo de duda- cambió de canal. “Tampoco es tan grave” estaréis pensando. Pero es que mi hermano no puso el canal de deportes, ni el de cine, ni tampoco la MTV. Aquel día, con toda la familia pendiente de la tele, y sin escrúpulo alguno, Roger puso la película porno del plus.
Durante dos segundos, todos pensamos que había sido un accidente, y esperamos a que cambiara de nuevo de cadena... pero él no lo hizo. Pasaron cinco segundos, luego diez y luego quince, y aquellos cuerpos neumáticos seguían balanceándose en la pantalla, convulsionándose como epilépticos, mientras los jadeos y los gritos reverberaban por los muebles del salón. Mi primo, mi hermano Goofy y yo nos miramos de reojo, sin girar las caras para no llamar la atención. En la pantalla unos genitales gigantes se frotaban con vigor. Misteriosamente, mis padres y mis abuelos no reaccionaban, así que nosotros nos quedamos muy quietos. Supongo que pensamos que, si no nos movíamos, sería como si el tiempo no estuviera transcurriendo. Noté como una gota de sudor recorría mi espalda. Mi primo estaba blanco y abría los ojos dolorosamente, como diciendo: “¡por Dios, que son los abuelos! ¡Los abuelos!”. Goofy tenía la cabeza tan escondida entre los hombros que pensé que se le iba a dislocar el cuello. Miré a Roger y le supliqué con la mirada, pero él se limitó a sonreir. Creo que, en ese momento, acababa de alcanzar su ansiado nirvana.
Aquel día su rebeldía solo duró un minuto; después volvió a poner el canal de documentales y todo siguió como si nada, como si ese minuto no hubiera transcurrido. Pero la semilla estaba sembrada. En la siguiente visita de mis abuelos, Roger puso una película de autor en inglés -con subtítulos en inglés-, y en la siguiente, una española erótica. En ésta última, mis abuelos no pudieron soportarlo y se marcharon a su casa, con el correspondiente cabreo de mi madre. “Pobre Roger, se le ha ido la olla” pensé, “de tanto ver Cantinflas se le ha trastornado el juicio”.
Sin embargo, ayer vinieron mis abuelos a cenar, y Roger puso “El Muñeco Diabólico”. Todos la vimos hasta el final... fue muy divertido, nadie se durmió, y la familia entera estuvo atenta e intrigada. Me pareció que mi abuela se lo pasaba de maravilla.
-¿Ves? -me dijo Roger cuando los demás se marcharon a dormir-. Solo necesitaban un poco de mano dura.
(Porcentaje de realidad: 80%)
8 comentarios:
jajajaja
Genial.
Estoy flipando por varias razones.
A) no se cuantos años tendrás pero realmente yo no se como puedes aguantar esas "reuniones" familiares en las que no hacéis NADA.(yo si las aguanto es por educación pero si sobrepasan los límites del aburrimiento desaparezco sutilmente arrastrandome hasta mi habitación)
B) LA PORNO! como pudo poner la porno!!? Eso es echarle huevos al asunto, si señor. Yo no habría podido :$ y eso que aquí son muy liberales (en mi casa digo)
C)Lo que no entiendo es como tu madre o abuelo no le dijo (lo que me habrían dicho a mí) "nena cambia de canal" o lo que suelen decirme normalmente: "dame el mando".
Cuantos años teneis tu hermano Roger y tú? (si puede saberse...)
Bueno, es mi hora de ir a estudiar.
Me encanta leerte porque me alegras la mañana con una simple anecdota.
Gracias!
Un besote Ventrilocuo!
jajaja
muy grande, si señor!!
me imagino a toda la familia flasheada mirando la tele, todos callados y con las bocas abiertas, jeje
saludos
Se acuesta uno en el anonimato y se levanta teniendo que contestar a cantizano y su máquina de la verdad.
¿Se llama usted Roger? Sí. Miente.
¿Que edad tienen usted y ventrilocuo?¿Y a tí por qué te interesa tanto? No si no... Miente.
¿Era la película erótica española? No, era italiana, de Bertoluchi. Dice la verdad.
Bueno, pues eso, que lo flipo con vuestra genial forma de comentar a mi bro y unos besazos de los buenos porque sois geniales y me encanta todo lo vuestro.
Noto cierto tono irónico y graciosillo hacia mi persona xD
Hola -supuesto- Roger, encantada de conocerte
:)
Y espero que ésto conteste a alguna de tus preguntas o dudas trascendentales:
Soy curiosa, muy curiosa.
!!!¿Ironia?!!! !!!¿Dónde?!!!!
!!!Quitamela, quitamela!!!!
con mis 29 años, le hago eso a mi abuela, y me manda a la cama diciéndome que la peli tiene dos rombos.... un saludo!
jajajaja un método muy poco sutil, pero parece que funciona
(no quiero pensar cómo lo hará para que le dejen el coche o que hagan sus platos favoritos... tenéis una mente maquiavélica en casa!)
He escuchado hablar de esa historia!, pululando por ahí, y todavia tengo que reirme y sorprenderme cuando la escucho. Siempre supe que sería Roger quien pusiera los puntos sobre la íes en tu casa, pero nunca de esa manera tan drástica.
Un beso.
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