La innombrable
Veréis, amigos, tengo un serio problema. El otro día, en el post sobre los juegos de mesa, os hablé brevemente acerca de la hermana de Lulú. Intenté que no se notara, pero lo cierto es que esquivé deliberadamente la tarea de darle un nombre. La llamé “la hermana de Lulú”, como si fuera una vulgar actriz de reparto (me refiero a las actrices secundarias, no a las que llevan pizzas a domicilio). La hermana de Lulú no se merece un papel secundario, porque es una de mis mejores amigas. También hay que decir que no tengo suficientes amigas como para que esto signifique algo. Dejémoslo en que es una amiga muy buena.
Retomando el tema (me paso el día retomando temas, ¡que dispersión tan desesperante!), tengo un serio problema con la hermana de Lulú, y es que...
¡La hermana de Lulú no tiene nombre!
Os prometo que no es culpa mía. Si de mi dependiera, tendría nombre desde el primer día. No soy muy bueno poniendo nombres, pero al menos lo hago deprisa. ¿Qué me ha detenido entonces?
La semana pasada, cenando en casa de Lulú, su hermana se me acercó y me dijo:
-He estado leyendo tu blog. Me he puesto al día.
-¡Muchas gracias! -contesté yo, sinceramente. Me encanta cuando alguien me dice que lee mi blog. Sin embargo, la cara de la hermana de Lulú no era precisamente la de una fan incondicional. Me di cuenta de que no me hablaba en plan: “cómo mola, me he reído mucho” sino, más bien, en plan: “te he pillado, asqueroso cerdo traidor”.
-He leído tu blog entero y he observado que yo no salgo ni una sola maldita vez -continuó-. Salen mis amigas, mi primo, mi casa y hasta mi gato, pero yo no aparezco. ¿Qué pasa? ¿Es que soy muy aburrida? ¿Es que nunca hago nada digno de tu estúpido blog?
Está bien, lo reconozco: lo de “maldita” y lo de “estúpido” lo he añadido yo para darle más fuerza al texto. Y que conste que no estoy diciendo que la hermana de Lulú necesite que nadie refuerce sus textos (Dios me libre). Lo que ocurre es que a veces se dice más con los ojos que con la boca, y los ojos de ella me estaban acusando de ser estúpido, maldito y -por qué no decirlo- un poquito gilipollas.
En ese momento intervino Lulú, con ese don apaciguador que tiene:
-¡Es verdad, no sale ni una vez, ni siquiera le has puesto nombre!
Dos hermanas que están de acuerdo son un enemigo temible. Habría escapado corriendo de la casa si no fuera porque el gato tenía cubiertas todas las salidas. Tomé un bocado más de la cena y, con la mirada baja, murmuré:
-Es que... no habrá surgido...
Se me ocurrió una manera de salir del paso:
-¡Cuando me digas qué nombre quieres que te ponga, te dedico un post!
La idea pareció calmarla:
-¿Puedo elegir cualquier nombre?
-Bueno, tiene que ser el nombre de un dibujo animado. Siempre pongo nombres de dibujos animados.
Se lo pensó un rato y dijo:
-¡Quiero ser Yasmín, la de Aladdin!
-¡Eso sí que no! -exlamó Lulú. Su hermana la miró perpleja y furiosa:
-¿¡Por qué no!?
-Porque para Malvado Ventrílocuo, Yasmín es el dibujo animado más erótico de todos los tiempos. Y tú no vas a llamarte Yasmín mientras yo tengo el nombre de una muñeca fea, cabezona y que no conoce nadie.
Tuve que asentir, no me quedó otro remedio. Que me perdone Jessica Rabbit, pero nadie se contonea como esa morena.
-Oye, ¡que yo te puse Lulú porque me pareció un nombre con sex appeal! -añadí, para distraer un poco la atención. Ya era tarde, los ánimos estaban encendidos.
-¡Vaya, mi hermana egoista no quiere dejarme escoger el nombre que me gusta! Entonces me llamaré Cenicienta, que es lo que me pega.
-¡A ti te pega la madrastra!
-¡Oh...! ¡Pues nada, que no escriba sobre mí! ¿Por qué iban a mencionarme en un blog, si a nadie le importa lo que yo piense?
Y la cosa siguió por esos derroteros... Al menos conseguí dividir a mi enemigo. Me dedique a terminar la cena mientras ellas se descuartizaban. “Qué amables” pensé, “me han escrito ellas solas el próximo post”.
Por desgracia, la hermana de Lulú salió sin nombre de la trifulca. ¿Qué hago ahora? Si la llamo Yasmín, voy a tener bronca... ¡pero si no lo hago, la voy a tener más todavía! ¿Alguna sugerencia?
(Porcentaje de realidad: 95%)