domingo, 28 de enero de 2007

Rebelión en las aulas (o cómo estirar una anécdota sosa hasta las dos páginas y media)

El viernes me peleé con el profesor de servicios y redes 2.

No sé en qué estaba pensando, y no tengo ni idea de por qué lo hice. Llevaba todo el año sin abrir la boca en clase. Y no es que me falten dudas, ni que nunca haya querido hacer una observación. Simplemente, soy de los que no hablan en clase: es mi rollo.

Sin embargo, ayer ocurrió. El profesor dijo:

-En este gráfico veis cómo el número de bits por segundo se duplican con el código Manchester y por eso decimos que...

Entonces yo, sin ni siquiera levantar la mano, exclamé:

-¡Pero eso no es así!

El profesor se detuvo y me buscó con la mirada entre las filas de alumnos. No sé cómo pudo encontrarme, porque él no conoce mi voz, y mi intervención le había pillado de espaldas. Seguramente, me descubrió por mis ojos inyectados, y por mis colmillos sedientos de sangre profesoril.

-¿El qué no es así?
-La velocidad binaria, que no se duplica.

Desde mi izquierda, mi colega zarva2 me espoleaba hacia el ensañamiento: “¿Pero qué dice este tío?” me gritaba en susurros “¡no se duplica, es la misma! ¡tienes tú razón!”.

Supongo que en ese momento debí detenerme. Podría haber cedido, contener mi instinto destructivo y olvidarme de todo. Podría haberle dicho al profesor: “¡ah, sí, bueno, más o menos...!”. Esas seis palabras siempre acaban con todas las discusiones. Pero no lo hice. El monstruo había caído y teníamos que asegurarnos de que no volvía a levantarse.

-Los bits por segundo son los mismos -sentencié. En mi voz había un desprecio detestable, el mismo desprecio con el que reprenden los profesores a los alumnos cuando cometen fallos elementales.

-Entonces, según usted -repuso él-, ¿qué velocidad debería tener este enlace?

Me lo pensé un rato y contesté:

-500 bits por segundo.

Debí de acertar, porque se puso muy pálido.

-A ver -dijo él-, en ésta transparencia dice que hay dos bits por cada uno de antes, ¿no?
-No.

El profesor se quedó unos segundos mirando la gráfica sobre la que tenía el dedo puesto, muy concentrado. Parecía asustado. Sospecho que en ese instante cayó en la cuenta de que podía estar equivocado. Y también se percató de que, en aquella singular batalla, luchaba en desventaja: si él tenía razón, no pasaría nada; pero si la tenía yo, él saldría mal parado. Nos miramos a los ojos. Nuestros cuerpos materiales permanecieron inmóviles, pero nuestros intelectos salieron disparados y flotaron por encima de las mesas. El suyo se había colocado en el centro del aula, y el mío le rodeaba con malicia, desplazándose muy lentamente. De pronto, él se revolvió y me atacó por sorpresa. Me aparté a tiempo, pero no pude esquivar su temible zarpazo. Entonces -herido pero con fuerzas-, aproveché que aún no había tenido tiempo de levantarse y me avalancé contra él. Le hice retroceder hasta acorralé en una esquina. Lanzó un par de dentelladas al aire, pero acabó desistiendo. Había sido derrotado:

-Bueno -dijo-, esto no me lo he inventado yo, esto sale en los libros. ¡Lo dicen los americanos, así que debe de ser verdad!

La broma hizo que los alumnos sonrieran (yo incluido) y la clase continuó.

En fin, la historia fue más o menos así (aunque es posible que me haya excedido con los efectos especiales). ¿A qué vino tanta pedantería por mi parte? ¿Por qué no pude quedarme agachado y en silencio, como hago siempre? ¿Acaso era tan grave el error que pretendí corregir?

La verdad es que tampoco estoy seguro de quién de los dos tenía la razón. Pensándolo friamente, y tratando de verlo desde otro punto de vista, me temo que no era tan incorrecto decir que los bits por segundo se duplicaban. Después de todo, puede que lo del viernes no fuera mi victoria final contra la tiranía universitaria. Quizá solo metí la pata hasta el fondo.

(Porcentaje de realidad: 70%)

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Por primera vez en tu vida estudiantil te revelaste.
Supongo que tu inconsciente dijo "hasta aquí hemos llegado" y al acabar la "pelea" también dijo "ya no lo hago más hasta dentro de otros 20 años"
:)

- Sigues dando clases a estas alturas de fechas examinales? OH my God, y yo me quejaba :S

Anónimo dijo...

Yo creo que ha sido la influencia rebelde que tu hermano Roger está ejerciendo en casa últimamente...si hubiera habido tele en clase seguramente hubieras puesto una peli porno! XD
Mucus

motagirl2 dijo...

en mi clase pasó algo asi pero con el Manchester diferencial

profesor: - Como podeis ver aqui, pasa de 0 a 1

mente de todos: - Pero.... si no cambia ·_.


Saludos

Anónimo dijo...

Siempre se puede preguntar antes de meter la pata, pero si no te lo explicó, es que ni él sabía que significaba la gráfica ;P

Waiting for Godot dijo...

Supongo que un buen sistema educativo acepta profesores humanos que pueden equivocarse y alumnos sumamente capacitados para ver errores!!! :)

Anónimo dijo...

qué grata sorpresa! este blog sigue abierto y yo que pensé que la fiebre-cerremos-blogs había afectado a todo el mundo......

;)

Unknown dijo...

Diria el profe....
Pa una vez quehabla en todo el curso y mira lo que me suelta.jejeje
Besos.

Pola dijo...

Bien hecho, sin piedad!
al fin y al cabo los profesores no tienen sentimientos ni alma, todo el mundo lo sabe

alberdigital dijo...

Mmmm, parece que veo división de opiniones. Aquí hay quien se identifica con el profesor y quien se identifica con el alumno.

La verdad es que, en este caso, yo me pongo más de parte del maestro, aunque las circunstancias me colocaran en el lado contrario. A mi también me tocó ser profesor (aunque brevemente) y todavía me avergüenzo de algunas de las meteduras de pata que cometí. Solo espero tener fuerzas de voluntad para que mi lado vengativo no me exija nuevas revanchas.

Y es que, seguramente, la mayoría de los profesores universitarios no sean más que seres humanos que intentan hacer bien su trabajo... pero, ¿qué le voy a hacer? El destino ha querido que se convirtieran en mis archienemigos (al igual que los bomberos)

Solo espero que la próxima vez me salga bien.

Que no se me olvide, ¡un abrazo para el guisante insomne! ¡Tía, estás viva!