sábado, 16 de diciembre de 2006

eBay

El otro día conseguí vender un coche de juguete en eBay (ya sabéis, la famosa casa de subastas en Internet). Me sentía muy orgulloso de mi mismo, por haber logrado introducirme en el fascinante mundo de los negocios digitales. Por eso, en cuanto llegué a la tetería en la que había quedado con mis amigos, no pude evitar contárselo a todos. Al notar mi entusiasmo, el primo Jerry (que en realidad no es mi primo, sino el de Lulú), meneó la cabeza.

-Ten cuidado con esas cosas -murmuró-. Uno empieza jugando pero...

A todos nos hizo mucha gracia tanta seriedad, pero él añadió:

-¿Nunca os he contado la vez que puse mi alma a la venta en eBay?

Se nos quedaron los ojos como platos.

-Fue hace cosa de tres años -continuó el primo Jerry-. Me metí en eso de eBay para librarme de unos cuantos trastos: una consola de videojuegos, una bici... cosas así. Parecía muy divertido. Hice las fotos de todos los objetos, escribí con cuidado sus descripciones y, finalmente, publiqué los anuncios en la página web.

»Acababa de poner el último anuncio cuando me apareció un cartel en la pantalla, informándome de que, en ese instante, comenzaba una promoción especial: hasta las doce de la noche salía gratis poner un nuevo anuncio. “Qué lástima” me dijé, “justo ahora, que ya no me quedan objetos que anunciar”. Empecé a pensar en qué otra cosa podría vender y -cómo no se me ocurría nada- decidí hacer una gracia: “pondré un anuncio vendiendo mi alma”.

»Me di cuenta de que no tenía una foto de mi alma, así que salí a la calle y fotografié mi propia sombra, sobre las baldosas del jardín. Supuse que podría servir. Le di un precio de salida de 3000 euros (¡qué menos!), y en la descripción escribí:


"Vendo alma en perfecto estado, casi sin usar."

»
La mayoría de los objetos que había puesto a la venta salieron muy bien. En concreto, un mantelito de punto, que había tejido mi abuela, subió hasta los doscientos euros. Ya me había olvidado de mi último anuncio cuando llegó al buzón de mi “cuenta eBay” una consulta de un posible comprador, una tal “Luzy”. Su mensaje decía algo así como:

“En referencia al anuncio por la venta de su alma, me gustaría saber si se trata de un alma pecadora o si, por el contrario, se encuentra limpia. Agradezco de antemano su sinceridad y atención. Un saludo”.

»Me hizo mucha gracia, así que le contesté:

“El alma de la que tratamos (es decir, la mía) se encuentra en perfecto estado, tal como puede apreciarse en la foto. Solo tiene ligeros pecados veniales, nada que no se pueda quitar con un poco de jabón Lagarto y una balleta.”

»La subasta por mi alma llegó al último día sin una sola puja. Dos minutos antes de que concluyera, Luzy hizo una única oferta por el precio mínimo. No necesitó más. Había comprado mi alma por la módica cantidad de 3000 euros. Me pareció extraño que hubiera pujado. No sé si sabéis que en eBay existe un sistema mediante el cual los vendedores y los compradores se evalúan mutuamente: Cada vez que concluye una subasta, el comprador ganador le da un voto positivo, negativo o neutro al vendedor, y lo mismo ocurre en sentido contrario. De esta forma, los demás usuarios detectan rápidamente a los vendedores o compradores fraudulentos. Los usuarios de eBay no suelen pujar en broma, pues se toman muy en serio los votos. Al ganar mi subasta, la tal Luzy se arriesgaba a recibir un voto negativo.

»Me disponía a ponerme en contacto con Luzy para decirle que la broma estaba yendo demasiado lejos cuando me percaté de que se había iluminado el icono de “pago recibido” en el anuncio de mi alma. Al día siguiente, a primera hora, pasé por el banco para confirmarlo: en efecto, alguien había ingresado 3000 euros en mi cuenta corriente. Intenté devolverlo, pero en el banco me dijeron que era imposible, porque el ingreso se había hecho directamente en caja y no tenían los datos de quien lo había relizado. Cuando volví a casa comprobé una vez más mis mensajes, intentando averiguar qué es lo que estaba ocurriendo. Alguien me había dado un voto positivo. Junto a mi nombre aparecía el dibujo de una estrella, el símbolo de los buenos vendedores. Y un poco más abajo, Luzy había escrito:

“Vendedor responsable y amable en el trato. El producto se ajusta a lo esperado. Muy recomendable.”

Cuando concluyó su historia, el primo Jerry se quedó callado, con la mirada baja, perdido en sus pensamientos.

-¿Y en qué te gastaste el dinero? -pregunté yo, intentando quitarle hierro al asunto.

-Oh, bueno, en realidad no me lo he gastado -repuso Jerry, distraido-. Aún tengo la esperanza de poder devolverlo.

(Porcentaje de realidad: 66%)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena la historia, me ha gustado mucho. Precisamente hace unos minutos, he cerrado la pagina de Ebay, porque estaba buscando un pc de segunda mano, y me ha hecho gracia, jeje creo que al final, me lo compro de cartón piedra...Felicidades por el blog, pasate por el mio cuando quieras. un beso.MªAngeles.