El irlandés
Nos hemos comprado un ordenador portátil. Lo encargamos por Internet (es un Dell) y nos lo mandaron por UPS. En cuanto lo enviaron desde la fábrica, nos indicaron un código con el que podíamos averiguar por dónde andaba el paquete, a través de la página web del transportista. Durante un par de semanas, la espera le dio sentido a nuestras vidas. Partió de un pueblecito de Irlanda. Fuimos siguiendo su aventura, a medida que pasaba de una oficina a otra: Inglaterra, el Canal de la Mancha, París, la Costa Azul, Madrid... lo sé, no es justo que nuestros electrodomésticos hagan los viajes que nosotros solo podemos soñar. ¿Quién sabe? Quizá se detuvo en Londres para escuchar las campanadas del Big Ben a la luz de la luna; o navegó por el Sena, con una bufanda y una gorra de fieltro, contemplando la Torre Eiffel mientras abrazaba a una preciosa tostadora y exclamaba: "Oh, mon amour!".
Cuando por fin llegó, me pilló en casa con la gripe. Estaba dormido en el sofá. El tio de UPS llamó al timbre y di un salto tan brusco que casi me quedo inconsciente firmando el recibo. Le había prometido a Roger que no abriría la caja hasta que él llegara (reminiscencias de las navidades de los ochenta), así que el portátil y yo pasamos el resto de la tarde viendo la tele muy impacientes. Mi madre se moría de risa cuando me pilló haciéndole fotos a una caja. A ver quien es el listo que la convence ahora de que ya soy mayor para elegir mi propia ropa.
La verdad es que habría sido más divertido que no llegara nunca, prolongar el estado de emocionante espera hasta el final de nuestros días. Mientras uno espera algo con ilusión, casi nunca se para a pensar en qué ocurrirá cuando finalmente lo reciba. Yo, hasta esa noche, no me había dado cuenta de que un ordenador portátil es, al fin y al cabo, un ordenador como el que ya tenía encima de la mesa (solo que un poco más esmirriado).
El portátil venía con Windows Vista instalado. Windows Vista es algo así como Windows XP, pero cambiando la palabra "XP" por "Vista". Sin embargo, hay una aplicación que viene instalada y que sí que me sorprendió: el reconocimiento de voz. Resulta que el Vista trae un reconocedor de voz que funciona mucho mejor de lo que yo esperaba. No sabía que se pudieran hacer ya estas cosas. He conseguido dictarle diez o doce líneas seguidas sin que apenas cometiera un par de fallos. Pero lo más misterioso es que soy la única persona a la que el ordenador comprende bien. Cuando lo han probado Lulú, mis hermanos, o mis padres, los resultados han sido desastrosos. ¿Por qué solo me entiende a mi? Únicamente se me ocurren tres opciones:
- Soy un robot.
- Fui abducido por una nave extraterrestre, y durante las malévolas pruebas me insertaron una conexión wire-less en la médula espinal (además de los experimentos sexuales).
- Hablo como Bill Gates.
Todas las posibilidades son igualmente aterradoras. Mientras me decido por una, creo que seguiré tecleando.
(Porcentaje de realidad: 90%)